Inglés en el Astillero es un blog de reflexión y divulgación sobre cómo enseñamos y aprendemos el idioma inglés, pensado para quienes disfrutan del lenguaje no solo como herramienta práctica, sino como instrumento de pensamiento, persuasión y comprensión del mundo.
Vivimos un momento en el que la imagen y el vídeo, durante décadas considerados pruebas casi incuestionables de la realidad, han dejado de ser fiables. La facilidad con la que hoy se manipulan fotografías, audios y secuencias audiovisuales —con un realismo antes impensable— ha vaciado de valor probatorio a muchos formatos visuales. Paradójicamente, cuanto más perfecta parece una imagen, más dudas genera.
En este nuevo contexto, la palabra recupera su centralidad. No el eslogan ni la frase rápida, sino el discurso bien construido: ideas enlazadas entre sí, argumentos explicados con precisión, matices reconocidos y conclusiones defendidas con rigor. En el futuro —cada vez más cercano— no bastará con mostrar algo; habrá que explicarlo, razonarlo y convencer.
Acceder a posiciones ventajosas en el ámbito laboral, académico e incluso social dependerá en gran medida de la capacidad para usar el idioma con claridad, corrección y eficacia persuasiva. Y ese reto se vuelve aún más exigente cuando el idioma de trabajo es el inglés, lengua franca de la ciencia, la tecnología, los negocios y la comunicación internacional.
Este blog nace de la experiencia educativa de EnglishOn, academia de idiomas fundada en 1995 en Astillero, donde llevamos décadas observando cómo aprenden las personas, qué dificultades encuentran y qué estrategias realmente funcionan. Inglés en el Astillero no es un manual ni una colección de trucos rápidos, sino un espacio para pensar el aprendizaje del inglés desde dentro: la gramática, el vocabulario, la expresión escrita y oral, pero también la lógica del discurso, la intención comunicativa y la responsabilidad de las palabras.
Aquí hablamos de inglés, sí, pero sobre todo hablamos de lenguaje, de pensamiento y de criterio. Porque cuando la imagen deja de ser creíble, solo permanece aquello que puede defenderse con palabras bien usadas.
